Oscuridad subterránea

Foto: Ayuntamiento de Barcelona

Tras resbalar por un desnivel en una pineda de Montjuic, fui a parar a una galería subterránea. Creo que perdí el conocimiento durante unas horas, porque me encontré magullada, dolorida y asustada, en un lugar húmedo, oscuro y frío. Recordaba el resbalón y la caída vertiginosa hacia las profundidades. Asustada, grité, pero no hubo respuesta. No era capaz de distinguir el menor atisbo de luz en ningún sitio. A tientas, busqué mi bolso, con la esperanza de dar con el teléfono móvil y así iluminarme y llamar para pedir auxilio. No lo localicé. Lloré como una niña por mi estupidez. Montjuic era mi válvula de escape. Salía casi a diario en busca del contacto con la naturaleza. Me encantaba ver la ciudad a mis pies y bajar por la pineda por la que había resbalado hasta ese lugar. Me horrorizó pensar que en Montjuic está el gran cementerio de Barcelona y la posibilidad de haber caído en una tumba. 

Tuve que obligarme a moverme para explorar a tientas aquél lugar.  Al gritar,  me pareció que el sonido se expandía alcanzando cierto eco, como si estuviera en alguna especie de sala muy grande, pero el suelo era pura tierra y barro. Avanzando a cuatro patas alcancé una pared a pocos metros,  una tosca pared de tierra y roca. ¿Dónde estaba? Me dolía la pierna, tal vez estaba sangrando, pero no veía nada. Me apoyé en la pared de la... ¿cueva?... y avancé a tientas, despacio... Muerta de miedo y asco, pensé en que aquello podía ser un nido de ratas... Choqué contra una telaraña que se pegó en toda la cara, y grité aterrada. Odiaba las arañas, ¡qué asco! Cómo podía haberme pasado esto a mí... Lloraba mientras avanzaba más y más.  Parecía que la pared avanzaba en línea recta. Tal vez se trataba de un túnel, pero era incapaz de saber cuán ancho era. Tropecé con una piedra y se me ocurrió lanzarla hacia el otro lado del túnel para ver si chocaba contra la pared opuesta, pero no chocó contra ninguna pared, sino contra el suelo, mucho más allá. Si era un túnel, era muy ancho. Continué caminando, llorando.  Al cabo de lo que me pareció una eternidad, ya que había perdido la noción del tiempo, volví a tropezar. Esta vez con una especie de tablón de madera. Al caer, choqué contra una barra de hierro, casi me abro la cabeza. Hierro y travesaños de madera. Aquello era una vía de ferrocarril. No había duda. ¿Estaba en el metro?

Aquello me aterró aún más, ya que podía ser atropellada en cualquier momento. Agucé mi oído pero en vez de escuchar el murmullo lejano de un convoy, escuché chillidos de roedores. Ahí sí que grité con todas mis fuerzas. Mi cerebro iba a aguantar poco más. Estaba a punto de entrar en un colapso de nervios. 

Me levanté rápidamente e intenté caminar tan rápido como me fue posible,  Siempre en contacto con la pared. El suelo estaba cada vez más encharcado. Debían ser aguas freáticas.  Agotada, no quería pararme por miedo a las ratas. Seguí caminando, sin dudar que en ello me iba la vida. A cierto punto, mis manos dieron con una barra metálica, que enseguida identifiqué con una escalera vertical de hierro. Sin pensarlo dos veces me subí al primer peldaño e inicié el ascenso. Me dolía la pierna, pero saqué fuerzas de flaqueza y continué. Hacia arriba, peldaño a peldaño, hasta dar con mi cabeza contra un tope. Palpé con una mano aquella superficie, la golpeé. Era metal, hierro. Era una especie de plancha de boca de alcantarilla, porque el contorno era circular.  Empujé con todas mis fuerzas.  Haciendo fuerza con mi espalda, logré levantarla lo justo para desplazarla ligeramente a un lado. Por esa rendija me inundó una luz que se me antojó cegadora después de tantas horas en completa oscuridad.  Con las manos seguí empujando hacia un lado para desbloquear la salida. Asomé la cabeza y casi me atropella un vehículo que pasaba por la calle. ¡Solo me hubiera faltado eso! Desde mi agujero, vi que estaba frente a la Droguería Poblet, en la calle Nou de la Rambla.

Poco después apareció en los periódicos: "Se descubren los restos de una línea inacabada del metro de 1931 que debía unir el Liceo con la Avenida del Paralelo".

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Esta es mi contribución a los 52 Retos de escriura 2021 Literup . Reto 6: Haz una historia que suceda íntegra bajo el subsuelo.

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