No fue un ladrón


—¿Mamá, es que vino un ladrón de noche? —preguntó la hija mayor.

El salón estaba todo revuelto, los cojines del sofá hechos jirones, como si los hubieran rasgado con un cuchillo, la alfombra en el mismo estado, Extrañamente, no se había llevado nada de valor, de hecho, no se había llevado nada, simplemente, quien allanó la morada de los Rainer no era un ladrón. 

En esa casa, habitaban el matrimonio Rainer con sus dos hijas, de 12 y 10 años, con un gato y un perro pastor alemán.

Algo había ocurrido con los animales. No habían mostrado anteriormente ningún tipo de disfunción en su comportamiento, hasta el día de la tormenta. Una gran tempestad se cernió sobre el pueblo y los animales enloquecieron. Rayos y truenos no dieron tregua, toda la noche atronando llevaron al límite a aquellos animales, y a sus dueños.

El incidente del salón fue el primero. En un primer momento lo atribuyeron a un ladrón, aunque no se había llevado absolutamente nada.

La siguiente noche, el gato saltó sobre la cama de sus dueños, arañándoles las caras, gritaron y lucharon por quitárselo de encima, ensangrentando las sábanas a causa de las múltiples heridas. 

La dueña de la casa, entro en histeria, gritando sin parar, antes del alba la ambulancia se la llevó al hospital, donde tras los primeros auxilios, inyección de tétanos y antibióticos, la ingresaron en la unidad de psiquiatría de la ciudad, ya que se negaba a volver a casa, a pesar de que el gato huyó y no se le volvió a ver. 

La noche siguiente, el perro gruñó frente a la puerta de la habitación de las niñas. Las aterrorizó durante horas. Llamaron a gritos a su padre, llorando y temblando, abrazadas. En cuanto el padre apareció en el pasillo, el perro se abalanzó sobre él mordiéndole la yugular. La sangre brotó en torrente, la muerte fue bastante rápida. 

Las niñas gritaban aterrorizadas, aún sin saber lo que había ocurrido al otro lado de la puerta. 

El perro seguía ladrando y gruñendo. Los vecinos acudieron, ahuyentaron al perro y liberaron a las niñas. 

Todo el pueblo se concentró en la plaza. Otros animales domésticos se habían rebelado contra sus amos tras la tormenta. Las desgracias causadas por perros, gatos, caballos y pájaros habían sido numerosas en los últimos días. Y estando allí todos los vecinos y vecinas, adultos y niños, discutiendo cómo debían actuar, se dieron cuenta de que estaban absolutamente cercados por todos los animales domésticos del lugar, todos, en pie de guerra, gruñendo, ladrando, rebuznando.

Lo que sucedió a continuación, fue una masacre. 

Nadie supo explicar los acontecimientos. Los animales huyeron a otros pueblos, y el fenómeno se extendió. 

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Esta es mi contribución a los 52 retos de escritura Literup. Reto 45: Escribe una historia de terror en la que los animales domésticos se rebelen contra sus dueños. 

Eliminé por error la entrada del blog publicada el día 7 de noviembre, sin haber guardado una copia. No era un relato demasiado bueno, la verdad, así que he decidido volver a intentar el reto 45. 



Comentarios

  1. Hola!!! :o pero que buenísimo estuvo este relato, típico para una historia de terror *-* muy bien logrado me dejaste con ganas de más jejeje ame encontrar tu blog y leerte <3 así que tienes una nueva seguidora ;) que te seguirá leyendo. Por supuesto estas más que invitada a visitar mi espacio que es https://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos leemos!!!

    Un beso enorme desde Plegarias en la Noche.

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  2. ¡Hola!

    Me encantó tu relato, en especial la escena final, jaja, muy en sintonía con estos meses de terror.

    pd: tienes nuevo seguidor.

    ¡Nos estamos leyendo!

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