BANDOLERA

Hacía apenas dos horas que la carroza de don Néstor de Villamonte, el joven marqués de Buenavista, había dejado el palacio residencial para dirigirse a la corte para ser recibido por el Rey. El cochero había seguido un camino secundario entre los bosques con el propósito de que la sombra de los abundantes árboles sofocara un poco el calor del mes de agosto, tanto para su señor como para él, que guiaba a los caballos bajo el tremendo sol. 

De pronto, los caballos se detuvieron bruscamente, relinchando, y antes de que el marqués pudiera siquiera asomar la cabeza para averigüar qué sucedía, se abrió la portezuela de la carroza y sólo alcanzó a ver la punta de un trabuco a pocos centímetros de su cara. 

—Vaya, vaya...  ¿a quién tenemos aquí...? Pero si es el mismísimo marqués de Buenavista... 

Una muchacha vestida de bandolero, con los ojos verdes más hermosos que jamás había visto, lo observaba sin dejar de apuntarle. Tras ella, dos sujetos tenían al cochero atado y amordazado. 

Por un segundo pensó que iba a correr la misma o peor suerte, tal vez se conformarían con robarle todo lo que llevaba, o lo secuestrarían para pedir un rescate o, si oponía resistencia y luchaba, seguro lo mataban ahí mismo. 

Pero en vez de hacerlo bajar, la bandolera subió a la carroza y cerró la portezuela. Se sentó junto a él, muy cerca, sin dejar de apuntarle ni un momento. El corazón de don Néstor latía desbocado, los ojos verdes de la bandolera lo tenían hechizado. 

—Señor —dijo ella, con voz profunda y aterciopelada y, de un modo impreciso, oscura—, nadie puede oponerse a ti en esta comarca. 

Aquello no se lo esperaba. ¿La bandolera se le estaba insinuando? Con mano diestra, mientras le susurraba estas palabras casi al oído, la muchacha le estaba desvalijando los bolsillos del chaleco, del pantalón... Pero el marqués solo notaba unas manos expertas y delicadas palpándole el cuerpo, e incluso ¡le estaba retirando la peluca! 

Ni se dio cuenta de que ella se iba metiendo reloj, joyas, dinero y peluca en el zurrón. Por último, le acarició el mentón y le plantó un largo beso en los labios. 

El marqués no atinaba a reaccionar. Estaba en la gloria. Y de pronto, la hermosa bandolera bajó de la carroza, mandó soltar al cochero, y en la ventanilla, le susurró al joven noble: —Vuelva pronto por aquí, mi señor... 

¡Y vaya si volvió! 
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Esta es mi contribución a los 52 retos de escritura Literup 2021. Reto 31: Escribe una historia protagonizada por una bandolera ligona. 

Comentarios

  1. Ajajaja, mira que si te roban así da gusto xD me encantó que ni importancia le haya dado a sus pertenencias por una mujer.

    ¡Un abrazo!

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