Retelling Sant Jordi

Ricardo estuvo un buen rato contemplando aquest escenario en miniatura. Se representaba la leyenda de Sant Jordi, el dragón asediando el pueblo, el castillo medieval en lo alto de una loma, un rebaño de ovejas huyendo, el dragón rugía y se llevaba una oveja tras otra fuera del teatrillo, y volvía de nuevo, hambriento, como si nunca bastara. Los niños y niñas del público miraban con ojos desorbitados la escena, intentaban gritar para que las ovejas escaparan. 

En la siguiente escena, el rey, ante la pérdida de todo el ganado del pueblo, tomaba la decisión de entregar al dragón cada día un habitante del pueblo, por sorteo. La fortuna quiso que la primera persona en ser elegida fuera la hija del rey. 

—¡No, no!—, gritaban las criaturas, totalmente implicados en la historia. 

Siguiente escena, la princesa en el bosque, tiritando de miedo y esperando la aparición del dragón. El público conteniendo la respiración... 

Apareció el dragón, hambriento, rugiendo, abrió la boca enseñando los dientes...

—¡No, no!—, gritaba el público entregado, hasta se levantaban acercándose al escenario para intentar evitar la tragedia.

De pronto, la princesa dijo en voz muy alta: —¡Un momento!—. El dragón detuvo su ataque sorprendido. 

—¿Qué ocurre?—, vociferó airado.

—¿Cómo se te ocurre comer tanta carne? ¿Es que no sabes lo malo que es para la salud y para el medio ambiente? Está demostrado que el consumo excesivo de carne provoca cáncer, obesidad, diabetes, enfermedades del corazón, del intestino y del hígago. Además, ¡aumenta el riesgo de sufrir un infarto!

El dragón no salía de su asombro, moviendo la cabeza y dudando. La princesa seguía con sus argumentos:

—Por tu bien, deberías comer frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales. Es mucho más sano y te permitirá vivir ¡doscientos años!—. El dragón rugía, indeciso....

—¡Trescientos años!.... ¡Cuatrocientos años!...

Los niños repetían la letanía hasta llegar a mil. El dragón entonces parecía ceder:

—Entonces, ¿viviré mil años? 

—¡Sí!—, gritaba el público.

—Entonces, ¿debo comer fruta y verduras?

—¡Sí!—, exclamaban emocionadas las criaturas.

—¿Y dónde está esa comida?—, preguntó el dragón receloso.

—No te preocupes, hay un montón de comida que se desperdicia en los campos por ser tener un tamaño demasiado grande o demasiado pequeño. Toda esa fruta y verdura no se puede vender en los mercados porque la gente no la compra. La podríamos reservar toda para ti. Seguro te gustará. Y si no nos comes, las personas cuidaremos de ti y te trataremos como uno más. Te haremos compañía y te querremos. ¿Qué te parece?

El dragón aceptó la oferta y se fue contento con un gran cesto de manzanas que la princesa sacó de entre bambalinas. 

Sant Jordi apareció acto seguido, con la espada desembainada y preparado para luchar contra el dragón y salvar a la princesa. 

—¡¿Dónde está el dragón?!— preguntó exaltado.

—Guarda esa espada y vuélvete por donde has venido, que ya me he encargado yo de él. 

Sant Jordi se quedó pasmado, tan pasmado que no sabía ni cómo reaccionar. La princesa arrancó una rosa que crecía en el bosque y se acercó a Sant Jordi.

—Anda, toma, una rosa para adornar esa armadura que no te sirve para mucho. Guarda la espada y volvamos al pueblo, que colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Se cerró el telón y el público se puso en pie, rompiendo en un entusiasta aplauso.

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Esta es mi contribución a los 52 retos de escriptura Literup. Reto 17: Escribe un retelling de la historia de Sant Jordi.

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