Novela negra

Aquella tarde, te dirijiste a la cuchillería, observando detenidamente los productos expuestos en el escaparate: cuchillos, navajas y tijeras de todos los tamaños y diseños, para múltiples usos. Pero tu querías un arma para un uso muy concreto. Estabas tramando un asesinato. Acabarías con ella de una vez. 

Pensaste en ella, en Sonia, la mujer a quien habías conocido hacía justo un año en una cita a ciegas. Llevabas preparando esto desde hacía semanas, como si de una novela negra se tratara. 

Al principio te había parecido fascinante, inteligente y hermosa. Empezásteis una relación apasionada, te enamoraste, confiaste en ella e incluso hablásteis de vivir juntos. 

Compraste un cuchillo de cocina. Al llegar a casa, observaste con detenimiento el arma y te sentiste inseguro, tal vez no sabrías cómo hacerlo. ¿Y si dabas con algún hueso y tenías que volver a clavarlo, una y otra vez? 

Te dirigiste a tu habitación, arrimaste una silla al armario y alcanzaste una caja que habías guardado encima del mueble. La abriste y extrajiste un arma muy distinta: una pistola. Sin duda, esto sería mucho más eficaz.

Te la metiste en el bolsillo del abrigo y te dirijiste a su casa, con decisión. Había luz en el salón, tras las cortinas se adivinaban dos siluetas. Estaba con alguien. Esperaste hasta que al cabo de un buen rato salió de la casa un hombre que no habías visto jamás. La sangre se agolpó en tus sienes. Con una rabia inaudita cruzaste la calle y llamaste al timbre. 

Entraste sin permiso en el domicilio. Ella se arrinconó en el pasillo, aterrorizada. 

—Oh, Sonia —dijiste, adelantándote un poco para acariciarle la nuca—. Lo siento mucho. 

Llevabas la pistola en la otra mano, apuntando al corazón. Mirabas febrilmente sus ojos desorbitados, y  acto seguido disparaste. Retrocediste un paso cuando cayó al suelo para morir casi instantáneamente, la sangre brotando de su pecho. 

Saliste a la carrera de la casa, atravesando el jardín a toda prisa. La calle estaba desierta y tras correr unos cien metros, te dejaste caer contra la sucia pared de un callejón. Todavía llevabas la pistola en la mano. La soltaste, pero la recogiste de nuevo, tal vez para utilizarla contra ti mismo, porque aquella mañana, de pronto, te habías dado cuenta de que Sonia te había vaciado la cuenta corriente y con un mensaje te abandonaba, sin más. 

________

Esta es mi contribución a los 52 retos de escritura Literup 2021. Reto 18: Inventa una historia de terror en segunda persona en el que el/la protagonista sea un asesino/a, y justifica su condición.


Comentarios