PERDIDOS EN LA EXTRAÑA SELVA

 

Rebotamos en piedras y atravesamos árboles, mientras intentábamos proteger nuestras cabezas en el interior de la nave sin control. Por suerte, los cinturones de seguridad nos mantenían atados a los asientos acolchados, pero los impactos eran terribles. Algo había fallado en el sistema de aterrizaje de la nave de exploración, tal vez la estimación de la gravedad de ese nuevo planeta. Nos estrellamos contra una pared de roca, y aunque la nave sufrió daños irreparables, sobrevivimos. A duras penas logramos abandonar la nave, que había perdido la parte posterior. Todavía conmocionados y llenos de contusiones y heridas, establecimos un rápido reconocimiento de nuestras constantes vitales a través del Betacop, la inteligencia artificial incorporada a nuestra nave y que todavía funcionaba. De hecho era uno más entre nosotros, ya que era capaz de expresar sentimientos y de interactuar con nosotros en función de las expresiones faciales, nuestra presión arterial y el tono de voz que percibiera. 

El nuevo planeta, al que llamamos Nueva Tierra, era parecido a la Tierra original, o lo que había sido de ella antes de que la civilización la "destruyera". Una gran masa de agua a modo de océano cubría aproximadamente la mitad de la superficie, mientras que el resto eran tierras pobladas por grandes árboles y por fauna que todavía estábamos por descubrir.

Por el estado de la nave, era obvio que no podríamos salir del planeta hasta que diera con nosotros algún equipo de rescate enviado por la nave nodriza, que ahora mismo estaba a días luz de Nueva Tierra. Betacop estaba enviando señales de socorro y esperábamos respuesta de nuestros compañeros en breve. Era nuestra única esperanza. La respuesta no llegaba, tal vez por alguna anomalía física del planeta, por alguna extraña interferencia como la que hizo que perdiéramos el control de nuestra nave en el aterrizaje. De modo que decidimos acampar. No podíamos extraer a Betacop de la nave sin dañar su sistema operativo, y por otro lado la prudencia nos obligaba a mantenernos cerca de él porque podía estar en alerta durante toda la noche mientras descansábamos, así que retiramos del cubículo principal los materiales quemados, rotos o inservibles y nos acomodamos lo mejor que pudimos en lo que quedaba del interior. 

La noche transcurrió sin novedades, y aunque nuestros cuerpos contusionados estaban muy doloridos, pudimos descansar. A la mañana siguiente, todavía sin señal de la nave nodriza, hicimos inventario de las provisiones que habían quedado intactas, pocas, pues la despensa estaba situada precisamente en la parte posterior de la nave. perdida durante la colisión. 

Era necesario organizar con premura una expedición de reconocimiento. Necesitábamos agua potable y alimento. La vegetación era parecida a la selva virgen, muy frondosa, lo cual indicaba que probablemente encontraríamos agua. Ahora estaba por ver qué podríamos comer. Si encontrábamos frutos, no sabríamos si eran comestibles hasta probarlos. Lo más seguro era intentar cazar algún tipo de fauna. Contábamos con nuestras pistolas de mano y algo de munición, así que de los cuatro compañeros, Michael y yo nos adentramos en la espesura. 

Después de horas abriéndonos paso a través de la exuberante vegetación, que crecía por doquier a modo de helechos gigantes y árboles enormes, aún no habíamos encontrado ningún animal. De hecho, no se oía sonido alguno que pareciera provenir de cualquier tipo de fauna, ni aves ni mamíferos. 

Casi sin previo aviso, llegamos al límite de la selva, que terminaba abruptamente en un acantilado de paredes prácticamente verticales. Nuestra sorpresa fue mayúscula al observar lo que había allí abajo. El terror nos paralizó.

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Esta es mi contribución a los 52 retos de escritura Literup. Reto 24: Inventa una historia que acabe con un cliffhanger.

Comentarios

  1. Esto no es un cliffhanger, es una canallada.
    Te ha quedado perfecto, un relato que te atrapa y con este final te deja agarrado a la pantalla y preguntando a voces ¿Qué ha visto, que ha pasado...?
    Merce, un saludo y con tu permiso me quedo por aquí leyendo.

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  2. ¡Gracias, Ángel! Tengo alguna idea sobre lo que ha visto... continuará... :)

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