Necesito un médium

Necesito encontrar un médium.  Está claro que en esta casa algo está mal. Noto una presencia, sobretodo de noche, a oscuras, hay algo ahí, una sombra, más negra que la propia oscuridad, agazapada junto a la puerta. A veces, abro los ojos y se ha desplazado a la izquierda o a la derecha. A veces se acerca... Me aterroriza. No puedo más. Me cubro la cabeza con la colcha y aún así noto como si alguien tocara mi cabeza. Es escalofriante. Me paso las noches en vela. Por la mañana, con la luz del día, me duermo en el sofá con la televisión encendida, porque el silencio me aterra. Por la tarde, trabajo hasta la noche y eso me distrae. Y tras la cena, vuelve a entrar en mi cuarto, atormentándome.

Llevo así casi tres años. Mi rostro ha envejecido sustancialmente: ojeras perpetuas, arrugas de expresión acentuadas... Muchos no me reconocen. 

—Qué mal te ves... ¿te encuentras bien?—, me dice la vecina. 

Pero, ¿¡qué le voy a contar!? Estas cosas, la gente nunca se las cree. Me tomarían por loca. 

Un médium. Necesito encontrar un médium. Alguien que sea capaz de decirme qué quiere esa sombra, que me ayude a librarme de ella, ya sea con una güija o con un vaso, no importa el método, pero necesito acabar con esto antes de que ese ente acabe conmigo. 

Llega de nuevo la noche y estoy en la cama. Afuera cae una lluvia torrencial, los rayos se suceden, precediendo a fuertes truenos que hacen saltar mi corazón y alteran todavía más mi estado. Permanezco con la luz encendida un buen rato. Me levanto para ir al baño y se va la luz. El corazón me late fuertemente por el pánico. Intento moverme a tientas por el pasillo para volver a mi habitación, donde tengo el móvil que puede servirme de linterna. 

Cierro los ojos para no ver las múltiples sombras que surgen por doquier con cada relampagueo. Palpo el marco de la puerta de mi cuarto y abro los ojos. ¡Ahí está la sombra!, junto a mi cama, esperándome. En ese preciso instante, otro rayo ilumina la estancia por una fracción de segundo. La sombra ya no es sombra, es mi madre, muerta hace tres años, el rostro enjuto y apergaminado. De nuevo oscuridad, y la borrosa silueta, más negra que la propia oscuridad, esperándome. 

Caigo al suelo sin sentido. La visión ha sido espeluznante. Al cabo de unas horas, ya de día, vuelvo en mí. No puedo seguir así ni un día más, ni una noche más. Necesito encontrar un médium. 

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Esta es mi contribución a los 52 retos de escritura Literup 2021. Reto 19: Crea un relato en el que aparezca una madre terrorífica.




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